Teatro universitario, escenas y semblanza
Escribe Ricardo Carrera
El Monte Parnaso era el gran telón de fondo de los ritos que celebraban los atenienses, en honor a Dionisio, dios del vino y la fertilidad, entre los siglos VI y V A. C. Estas ceremonias son el más lejano antecedente de aquello que fue codificado como teatro por los griegos, aunque este arte, que es la representación de hechos, acciones y "estados de ánimo", como decía Mariátegui, no pertenece a ningún periodo o cultura en especial. Es una virtud humana universal.
El teatro español y europeo surge del culto religioso. La misa, como una dramatización de la pasión y muerte de Jesucristo, era escenificada en diálogos teatrales o tropos, en los que se personificaban los pasajes más importantes de la Biblia. A estas caracterizaciones se incorporaron otras expresiones como el humor, la sátira, la comedia y con el tiempo también algunos elementos profanos. Con la aparición de estas nuevas tendencias, prosperaron los desencuentros con la Iglesia. Así, este tipo de actuaciones pronto abandonó los templos e inició su larga marcha a través de atrios, calles, plazas y nuevos mundos, mezclándose de vida y enriqueciéndose de inéditas pasiones hasta adquirir su forma actual.
Juan del Encina, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca arribaron al Perú como parte del firmamento cultural dominante español, y se quedaron. Pero a pesar de esa primera oleada y la que se produjo años más tarde, bajo la influencia de la generación del 98 –con Unamuno, Valle-Inclán y el autor granadino Federico García Lorca, a la cabeza–, el país nunca consolidó una verdadera tradición teatral.
El teatro, después de la época de Manuel Ascencio Segura, a comienzos de siglo, caminaba a tropezones. A mediados de la década del cuarenta retornó la importancia de las tablas con la aparición de escritores como Percy Gibson, Manuel Solari, Sebatián Salazar Bondy, Juan Ríos, entre otros, quienes le inyectaron nuevos bríos al arte escénico.
Como tenía que suceder, el teatro llegó a los claustros de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue el 25 de junio de 1958 cuando el Teatro Universitario de San Marcos (TUSM), inició sus actividades bajo la dirección de Guillermo Ugarte Chamorro con el objetivo de estudiar, cultivar, difundir y fomentar el arte histriónico entre el estamento universitario. Ugarte Chamorro, que duda cabe, fue el gran promotor de esta actividad en el Perú, confiriéndole al teatro estudiantil un rol protagónico en nuestra sociedad, organizando festivales, impulsando temporadas, dictando cursos de especialización, promoviendo tertulias teatrales y escribiendo ensayos y artículos sobre el tema, hasta que se retiró en 1988.
Desde su fundación el TUSM ha llevado obras teatrales a casi todos los departamentos del Perú y ha realizado numerosas giras internacionales, dejando testimonio de los méritos del teatro peruano. Delfina Paredes, Edgar Guillén, Ernesto Ráez y Jorge Acuña, connotados personajes del ámbito teatral, han transitado por las canteras del foro sanmarquino. En sus salas han actuado asimismo destacados actores nacionales como Elvira Travesí, Luis Alvarez, Lucía Irurita, Ricardo Blume y Carlos Gassols.